Tuesday, November 30, 2010

Cambio Climático desde Kioto y más allá de Cancún

Se requiere cambio en el clima de la negociación o llegaremos a Río+20 sin acuerdos que se sostengan.

Las negociaciones internacionales en cambio climático siguen entrabadas porque el enfoque de los negociadores sigue basándose en las posiciones y no en los intereses de las partes. Esta estrategia solo consigue acuerdos inertes que logran poco, en muchos casos a un costo muy alto pues la pérdida de confianza entre las partes involucradas es una consecuencia inevitable. Lo resultado en la COP 15 del cambio climático con el Acuerdo de Copenhague es un vivo ejemplo de esto pero no es el único entre tantos acuerdos multilaterales desde la gran cumbre de Estocolmo en 1972.

Por otra parte, los acuerdos logrados partiendo de intereses rompen con el esquema de llegar a la mesa a negociar con una posición inflexible. El ejemplo clásico es la Convención de Viena para la protección de la capa de ozono de 1985. Sin embargo, tales acuerdo no son fáciles de alcanzar ya que requieren de una sólida confianza entre las Partes.

Pesimismo y poca confianza. El déficit de resultados en las negociaciones internacionales, pasando por Río y Johannesburgo, han hecho que muchos califiquen las mega-conferencias como “circos con una causa seria”. Si bien ha habido avances en algunos de los temas ambientales globales, en materia de cambio climático estamos estancados desde 1997, tanto que con el protocolo de Kioto no se ha avanzado mucho en reducir las emisiones de gases de efecto invernadero ni en materia desarrollo a través de mecanismos limpios.

Cabe preguntarse entonces si las grandes conferencias valen la pena. A pesar de lo que se asemejen a un circo, estas conferencias trascienden más allá de la mesa de negociaciones. Son el sitio por excelencia para encuentros, la creación de redes de contactos, movilizar intereses y presentar ideas. El déficit de estas conferencias no está en el tumulto de las gentes en las calles o en lo discutido en los eventos paralelos a las negociaciones oficiales. El déficit parte de un proceso de más de treinta años de negociaciones inconclusas basadas en posiciones mezquinas. Ahora con la agenda de cambio climático se pretende resolver el acumulado de acuerdos incompletos para reparar muchos de los problemas globales en materia de ambiente y desarrollo.

Actualmente el clima de las negociaciones está lleno suspicacia, ofrecimientos sin cumplir y dramatismo “palmodigital”, rodeado de una maraña de temas inmanejable. Si a la llegada de la COP15 se hablaba de optimismo lánguido, el encuentro en Cancún está cargado de un pesimismo abrumador.

Como consecuencia, la negación se ha convertido en el argumento, está venciendo a la razón y nos empuja a todos a un callejón sin salida. Su mejor aliado es el daño a la mutua confianza. Es la respuesta más fácil que nos queda, ante la inocente pregunta de por qué no se puede lograr acuerdos sostenibles, que traiga soluciones reales en la escala de tiempo y espacio, ante las imponentes amenazas del cambio en la atmosfera terrestre.

Hacia Rio+20. Todos sabemos que la agenda de Cambio Climático tiene múltiples aristas que unen los temas de pobreza, financiamiento e inversiones para el desarrollo, comercio exterior, transferencia de tecnología, propiedad intelectual, bosques y biodiversidad, recursos marinos, derechos de las comunidades indígenas, etc. Los mismos temas de los últimos treinta años de negociaciones multilaterales.

También sabemos que para resolver estas agendas habrá externalidades (beneficios y costos) cuyo manejo requiere de acciones colectivas y de cooperación. La acción conjunta en asuntos internacionales no es fácil de logar, especialmente si en los recurrentes “juegos” diplomáticos los resultados siguen siendo dominados por estrategias de cooperación, represalia, remisión y reanudación de acercamiento al mejor estilo “Tit for Tat” de Anatol Rapoport.

Pero no hay mucha innovación en el fondo de los asuntos a tratar en Cancún, ni en la estructura, ni en el proceso, puesto que la agenda sigue siendo parte del discurso Norte-Sur. En la estructura global, EE.UU., UE, y Rusia siguen siendo principalmente los que buscan acercamientos hacia los países en desarrollo, por tanto así se definen las agendas. Sin embargo, nuevos agentes como China, India, Brasil, y los países árabes están galanteando a muchos alrededor del mundo (también Venezuela en menor escala). Lo que parece novedoso es un cambio en la actitud de los negociadores, que ahora escuchan recelosos los cantos de sirena, sospechosos de las invitaciones a la cooperación.

Es urgente un cambio en las negociaciones internacionales. La nueva diplomacia para desarrollo debe basarse en acercamientos que busquen avanzar los intereses de unos al mismo tiempo que se avanzan los intereses de otros. Esto requiere un alejamiento de las posiciones rígidas. Para poder evitar el aumento de la temperatura global más allá de 2 grados C, es imperativo que en Cancún se resuelvan los temas de la caducidad del protocolo de Kioto después del 2012, los compromisos financieros para acciones de adaptación y mitigación, y los mecanismo de monitoreo, reporte y verificación de esas acciones. Pero ante todo es necesario recuperar la confianza entre todos los actores Esperemos con optimismo terco un cambio en el clima de las negociaciones en Cancún, y mejores resultados rumbo a la cita de Río+20 y más allá.

Climate Change from Kyoto and beyond Cancun

A change in the climate of the negotiation is needed or we will reach Rio+20 without a sustainable agreement.

International negotiations on climate change are stalled because negotiators are focusing on the positions rather than the interests of the parties. This strategy only gets weak agreements that achieve little, often at a great cost because the loss of trust between the parties is an inevitable consequence. The outcome of the COP 15 meeting in Copenhagen is a vivid example of this but it is not the only one among numerous multilateral agreements since the great summit in Stockholm in 1972.

In contrast, agreements reached on the basis of interests break with the practice of coming to the table to negotiate based on an inflexible position. The classic successful example is the Vienna Convention for the Protection of the Ozone Layer of 1985. However, such agreements are not easy to achieve because they require a strong confidence between the parties.

Pessimism and low trust. The lack of results in international negotiations (from Rio to Johannesburg and before), led to the notion the mega-conferences are “circuses with a serious cause”. While there has been relative progress on some global environmental issues dealt with at these mega-conferences, climate change talks are stalled since 1997, given the little progress with the Kyoto Protocol in reducing emissions of greenhouse gases or inducing development through the clean mechanisms it established.

Therefore it is wise asking whether the mega-conferences are worthwhile. Despite any resemblance to circuses, these conferences transcend beyond the negotiating table. They are the ultimate fora for meetings, networking and coalition building, mobilize interests and presenting ideas. The deficit of outcomes at these conferences does not reside in the tumult of people on the streets or in their parallel events. The lack of outcomes is the result of more than thirty years of inconclusive negotiations triggered by reckless positions. Now with climate change, more than 200 hundred countries pretend to find solutions to numerous unresolved global issues on environment and development at the last minute.

Currently the climate of the negotiations is full suspicion, unfulfilled pledges, “bloody palm” surreal drama, and a myriad of unmanageable issues. If at the arrival of the COP15 optimism was waning, the meeting in Cancun is full of overwhelming pessimism.

As a result, denial has become the argument, it is defeating reason and pushing all to a dead end. Its best ally is the lack mutual trust. It is the handy answer to the naive question of why a sustainable agreement can not be reached, one that brings real solutions to the imposing threats from changes in the Earth's atmosphere.

On route to Rio+20. We all know the Climate Change agenda links multiple issues such as poverty, financing and investment for development, trade, technology transfer, intellectual property, forests and biodiversity, marine resources, indigenous people’s rights, etc. These are the same themes in the last thirty years of multilateral negotiations.

We also know that dealing with these agendas will result in externalities (benefits and costs) whose management requires collective action and cooperation. Joint action in international affairs is not easy to achieve. Especially if the outcomes from recurrent diplomatic “games” continue to be dominated by the cyclical strategy of cooperation, retaliation, forgiveness, and reengagement; at the best style Anatol Rapoport’s "Tit for Tat".

But there is not much innovation in the substance of issues for Cancun since the agenda is still part of North-South discourse, neither in the structure to deal with them nor in the process. In the global architectural structure the USA, EU, and Russia remain the primary players who seek to approach developing countries, and therefore they define the agendas. However, new agents from the South such as China, India, Brazil and the Arab countries are courtshipping many around the world (Venezuela to a lesser extent as well). What seems new is a change in the attitude of the negotiators, who now hear the mermaids’ songs distrustfully, suspicious of invitations for cooperation.

A change in the way international negotiations are done is needed. The new diplomacy for development must be based on approaches that seek to advance one’s interests while the interests of others are advanced as well. This structure requires moving away from negotiating on the foundation of rigid positions. Once again issues such as what to do with the Kyoto Protocol after 2012, financial commitments for adaptation and mitigation actions, and the mechanism monitoring, reporting and verification of these actions will be touch in a climate meeting.

In order to prevent the global temperature rise beyond 2 degrees C, it is imperative that these issues are resolved at Cancun. But first it is necessary to restore confidence among all actors. Let´s hope with stubborn optimism for a change in the climate of the negotiations in Cancun, and better outcomes, in route to Rio+20 and beyond.

Friday, September 17, 2010

WTO | News - Speech - DG Pascal Lamy - Doha success will rebalance trade rules in favour of the poor — Lamy

15 September 2010

Doha success will rebalance trade rules in favour of the poor — Lamy

"The very fact that “agriculture” is now at the centre of the WTO's Doha Round of trade negotiations also speaks to the enormous power that the South has gained. In addition, the WTO has a dispute settlement mechanism that has, and can, allow members to peacefully settle their trade differences. In that mechanism what matters is not the size of a country or of its GDP, but the strength of the legal and economic arguments that it succeeds in putting forward.

But, if I have a message for you today, it is this. There are other battles to fight in the WTO. They may not be of an institutional nature, but they must nevertheless be fought. I refer here to the need to rebalance the rules of the Multilateral Trading System in favour of the poor, through the completion of the Doha Development Agenda; and of the need to climb ever higher mountains, by tackling emerging issues such as energy, climate change, and electronic commerce. We cannot afford to rest on our laurels in the WTO until our rule-book becomes outdated. Nor can we afford to misdiagnose the impasse in current negotiations as being 'institutional'."


WTO | News - Speech - DG Pascal Lamy - Doha success will rebalance trade rules in favour of the poor — Lamy

Tuesday, March 9, 2010

What are tree for...

We are also willing to plant trees because we think that is important. All around the world there are many campaigns and advocates working on this cause.

We are willing to tumble a tree because it blocks a view or for other reasons which provide some benefit to us.

We are willing to build a tower to increase efficiency in cell phone, radio, and other communication services (regardless of its look). We often complain and wish such services were improved because we need, enjoy, and benefit from them.

The other day my son Héctor Emilio asked me: what are trees for? I don't know, what do you think? I replied!

He answered with a great smile on his face... to climb on them!

Plant a tree; I agreed it is a good cause. But also climb a tree, it will teach you why planting a tree is a good cause, especially if you have friends to climb trees with. You may or may not leave your cell phone behind.

Thursday, December 17, 2009

Forests “valued” in the climate negotiations

Forests “valued” in the climate negotiations

Forest related issues bring a lot of complexity to the climate change negotiations, and for a long time these where absent in the negotiations. Issues like carbon leakage, sequestration measurements, and additionality grew strong buttresses around the stem of uncertainty and sterilized the ground in which an opportunity to mitigate carbon turned into dust. Thus the future for the forests of the world was gloomy; many countries were disillusioned and worried that a new climate change agreement would once again leave forests out. Alongside, biodiversity, ecosystem services, and people livelihoods were being left out, too.

In 2005, after much debate, forests were put back on the agenda with the proposal for Reducing Emissions from Deforestation in Developing Countries, a joint proposal from Papa New Guinea and Costa Rica. Later the so-called REDD proposal was broadened in the Bali Action Plan, to include national and international actions, policy approaches, and positive incentives on mitigation of climate change. It also included the role of conservation, sustainable management of forests, and enhancement of forest carbon stocks in developing countries.

Now, one day before the COP15 in Copenhagen is over, the final outcome may include some general agreement around broad political issues. The REDD proposal seems to be the only concrete product of the negotiations. This is beyond belief. It literally makes forests arise from the ashes to becoming the beacon of victory for the conservation and forest sectors. The proposal may not only be writing with strong and clear language; it may also be invigorated by the financial resources aimed at promoting the sustainable use of forest and its conservation in developing countries. For example, on Wednesday December 16, Mr. Thomas Vilsack, US Secretary of Agriculture announced the commitment of the United States to provide US$1 billion a year for the next three years to financing REDD. The announcement was made at the Avoided Deforestation Partners forum in Copenhagen.

Many of the Parties recognize the value of forests. Conserving forests is one of the most cost effective ways to mitigate carbon dioxide emissions. Their maintenance and improvement also provide other numerous ecosystem services to society. However, nothing is firm about REDD until COP15 is concluded and the agreement is signed. Even then, there would be two new challenges. The first challenge is whether countries have sufficient capacities to implement actions and policies by which nearly 20% of the GHGs emissions would be avoided through REDD. The second challenge is the uncertainty about whether the additional funds committed by developed countries in fact are made available. Many parties are prepared to see a halt to deforestation in a near future, from Indonesia to Colombia, from Costa Rica to Suriname, from Brazil to China. The world wants to be covered with forests.

Let the negotiators at least make this happen in the COP 15 Copenhagen. But let’s not forget the job for climate change is not done yet.

Tuesday, December 8, 2009

Fletcher's Considering Copenhagen Blog

Please visit Considering Copenhagen Blog to learn what Fletcher faculty, researchers, and students are doing and seen in the Climate Change Negotiations (http://consideringcopenhagen.wordpress.com/)

Monday, September 7, 2009

Adaptation to climate change seems inevitable. Are you thinking about it?

Gopalgram is frequently flooded by the Ganges and Jamuna rivers. Like thousands of small low GHGs emitter communities in the developing world this corner of Earth is doomed to be impacted by disastrous effects of global warming. Adaptation to climate change seems inevitable. Industrialized countries are preparing for the consequences of unsustainable development; their domestic agendas go beyond mitigation to include policies for adaptation.

Here is an article by Science and Development Network on Adaptation in Developing Countries [http://www.scidev.net/en/features/climate-change-adapting-is-crucial-too.html#]

At the eve of the COP15: Are we developing countries thinking about this? Are our positions and interests clearly defined? Can we defend them?

If you have access to e-mail, or postal service mail, demand the political leaders in your home country to revel their position and interest on the Climate Change Negotiation Agenda for Copenhagen.

If your government positions and interests are clearly defined it must be known by citizenry. If positions and interests are not defined, send your statement.

Do not wait any longer. Your country’s voice must be stated.

Saturday, August 1, 2009

Climate change: opportunity or barrier for development

By Carlos L. Muñoz B. and Mark Chandler

The future of the climate change agenda will be defined in Copenhagen this December at the UN Convention on Climate Change 15th Conference of the Parties. The climate change issue has gone from being more a matter of air pollution to becoming a development issue. What will be greed in Copenhagen (or not) will have immediate as well as long term impacts on everyone’s life on the planet. The agenda faces enormous reluctance given its economic and political implications but is also expected that great opportunities can be derive through an agreement.

It is well known that the main causes of global climate change are the capacity of the so called greenhouse gases (GHGs) to absorb and emit heat radiation and their atmospheric concentrations. While the greenhouse effect analogy is widely used, it is a phenomenon different than climate change. Also, it is generally accepted that the main sources of GHGs are the industrial sector, transport, agriculture, and deforestation among others. The level of CO2 concentration increased from 280 ppm during pre-industrial times to the current estimated level of 387 ppm. The effect of current concentrations of GHGs is an increase close to 0.6°C above the average temperature at the beginning of the industrial revolution in 1750.

Complicated negotiation map. The global climate change agenda is atypical and requires a new dimension. Countries face great uncertainty in finding a strategic negotiations niche because key issues of climate change are intrinsically linked to development issues and vice versa. Many of the topics to be addressed like energy, technology innovation, investments, costs, forest, agriculture, and health do not fit neatly into the traditional negotiations alliances or divisions. Moreover, there is little consensus across sectors within countries.

However, the positions of some key actors are already known. The EU already has a unilateral commitment of 20% reduction of 1990 emissions by the year 2020 (and up to 30% if other industrialized countries agree to this target). On the other hand, the U.S. did not ratify the Kyoto agreement on claim from its Congress demanding serious emission reductions by India and China. Thus, the US is perceived more like an individual agent. Recent actions suggest the U.S. wishes to return in a global leading role for climate change and is aggressively preparing for that. The Waxman-Markey climate change bill, passed last June 26 in the House of Representative with 219 votes in favor against 212, has given rise to high expectations.

Beyond the U.S. and the E.U. new players are emerging with great power to influence the agendas. China, India, Mexico and Brazil are very important actors and have gained prominence under the new designation of "Large Developing Countries". Their significance is based on an enormous capacity for economic growth but more for their GHGs emissions potential; China for instance has already exceeded U.S. emissions and became the largest GHGs emitter in the world.

Another unusual grouping of countries that has emerged included those with extensive forestry resources or significant and long-lasting agricultural tradition. This grouping includes Canada, Brazil, and Russia among others. Global emissions from agriculture and forestry total a far from marginal figure of 30.9%. Countries in this group will also face challenges during the Copenhagen negotiations because of the explicit impacts on management of forestry and agriculture. For example, Brazil is opposed to a forest carbon market under the initiative for Reducing Emissions from Deforestation and Forest Degradation (REDD) and advocates a more direct funding mechanism for conservation of forest. Moreover at the negotiations, agriculture producing countries will pose the concern of rising costs to producing food from a carbon tax that would increase prices for inputs (e.g. fertilizer, herbicides) or transportation.

Finally, the oil producing countries has emerged as an important group. They are threatened by the creation of markets and incentives, and tax systems that promote sources of energy that are not petrol-based.

The Natural Alliances for Negotiation. Reducing the greenhouse gases emissions problem will require getting the group of high- emitting countries to agree. For example, according to the World Resources Institute 70% of global emissions are generated by the EU, USA, Canada, Japan, China, Russia, India, Brazil and Mexico. The remaining 30% are contributed by Indonesia, Iran, South Korea, Australia, Ukraine, South Africa and 147 countries.

A major achievement in reducing emissions would be possible by getting a number of large emitting countries come to an agreement, In fact a subset of these countries are currently working out an agreement before Copenhagen with the spirit of achieving progress in the climate change agenda.

But such an agreement would not be sustainable over the long run. A sustainable agreement requires greater participation of stakeholders throughout the world, from both countries with high emissions in the present, those that are projected as major emitters in the future, and those who will be impacted by the effects of climate change in the future. The outcomes of the Copenhagen meetings must include their voice as well.

Small countries with abundant forest resources, with a tradition of producing coffee, bananas, pineapple and other food commodities must seek to contribute as effectively and constructively as possible. Their effectiveness will increase with adequate preparation, by clearly defining their development goals, by not giving in to the negotiation fatigue at the meeting, but even better, coming to the negotiation table with clear and practical solutions. Costa Rica is known worldwide as a leader in conservation, ecotourism, and human development. Costa Rica can also be a leader in the route to Copenhagen.

Carlos L. Muñoz B. (carlosglobal@gmail.com) is a Costa Rican studying at the Fletcher School of Law and Diplomacy, Tufts University, Intern Research Associate at Earthwatch Institute, and former Executive Director of the Monteverde Conservation League in Costa Rica.

Mark Chandler (mchandler@earthwatch.org) is International Director of Research at Earthwatch Institute and Principal Investigator and Director of “Costa Rican Coffee from Community to the Cup” project in Tarrazú, Costa Rica.

Cambio climático: oportunidad o barrera para el desarrollo

Cambio climático: oportunidad o barrera para el desarrollo

Carlos L. Muñoz B.*

El futuro de la agenda sobre cambio climático se definirá en Copenhague, Dinamarca en la decimoquinta Conferencia de las Partes (COP15) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en diciembre de este año. Lo que está en el tapete de la negociación no es poca cosa pues el tema del cambio climático pasó de ser un asunto exclusivamente de contaminación atmosférica y se convirtió en un tema de desarrollo. Lo que se decida allí (o lo que no se decida) tendrá efectos inmediatos y en el largo plazo en las vidas de todos los habitantes del planeta. La agenda topará con enorme reticencia por las repercusiones económicas y políticas pero también se espera que se deriven grandes oportunidades en un posible acuerdo. Así, es relevante preguntarnos ¿cómo se preparan los países en vías de desarrollo camino a Copenhague? ¿Están los intereses de nuestros países “pobres” bien definidos?

Y es que nuestro entendimiento sobre los orígenes y los efectos en el clima a causa de las emisiones de gases por actividades humanas (o emisiones antropogénicas) ha evolucionado. En primer lugar, es bien sabido que los gases como dióxido de carbono (CO2), Metano (CH4), Oxido Nitroso (N2O), Ozono (O3), Clorofluocarbonos (CFCs), Haloalcanos (HCFC, HFC), Perfluorocarbonos (PFC) y el vapor de agua tienen la capacidad de absorber y emitir calor de radiación. Esta es la causa principal del cambio climático global que se intensifica con el aumento en las concentraciones atmosféricas de estos mal llamados gases de efecto invernadero; en realidad el efecto de un invernadero funciona de otra manera que no explicaremos aquí. En general es aceptado que las fuentes principales de las emisiones antropogénicas son el sector industria, el transporte, la deforestación y la agricultura, entre otras de menor importancia.

En 1896 el sueco y Nobel de Química Svante August Arrhenius fue el primer científico quien indicó que el uso intenso de combustibles fósiles generaría en un mayor calentamiento de la atmosfera de la Tierra. Así, Arrhenius estableció la relación entre las concentraciones de dióxido de carbono atmosférico y la temperatura advirtiendo con gran precisión que al duplicar la concentración de CO2 en la atmosfera se provocaría un incremento en la temperatura de 5°C. En la actualidad la información más vigente sobre cambio climático se reúne en los informes elaborados por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés).

¿Qué son el IPCC y la Convención Marco sobre Cambio Climático?

El IPCC fue establecido en 1988 por el Programa de las Naciones Unidad para el Medio Ambiente y la Organización Meteorológica Mundial como fuente objetiva para la toma de decisiones e informar al público en general sobre el cambio climático. Los informes del IPCC se publican cada 5 ó 6 años y son elaborados por un grupo interdisciplinario de cientos de científicos de todo el mundo. El primer informe publicado en 1990 contribuyó en gran medida a generar la agenda del cambio climático que al principio se enfocaría en determinar la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera en un nivel que no afectara peligrosamente el sistema climático.

Este debate llevó a que 154 países firmaran la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en la Cumbre de Río de las Naciones Unidas en 1992. Vale la pena recordar que en la gran “Cumbre de la Tierra” se trataron por primera vez de forma conjunta los temas del Ambiente y el Desarrollo.

La Convención entró en vigor en 1994 y ha sido ratificada por 192 países. Aunque sólo creó un régimen voluntario sin obligaciones legales para los países, es el instrumento más importante que existe para la gobernabilidad global del cambio climático. Otro instrumento que surge bajo la Convención es el Protocolo de Kyoto de 1997. El Protocolo no entró en vigencia sino hasta en febrero del 2005 pero establece compromisos legales vinculantes a las partes miembros para reducir las emisiones de CO2, CH4, N2O, HFC, PFC y Hexafluoruro de azufre (SF6). La meta de reducción es un 5% de las emisiones de 1990 en el primer periodo que va desde el 2008 al 2012.

Puntos de controversia

La agenda del cambio climático ha evolucionado y los puntos de controversia también. Por mucho tiempo la discusión se centró en si las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero son o no son la causa del calentamiento global. Sin embargo, no hay duda alguna que las emisiones de fuentes naturales de estos gases no son suficientes para generar los niveles de concentraciones actuales. Por ejemplo, antes de la revolución industrial el nivel en la concentración de CO2 no excedía un nivel relativamente constante de 280 ppm (partes por millón), mientras que el CH4 y el N2O existían en cantidades aun muchísimo menores, tan solo 700 ppb y 270 ppb (partes por mil millones) respectivamente; ciertamente los CFC aun no habían sido sintetizados.

Las concentraciones actuales de estos gases son comparativamente alarmantes; la concentración de CO2 se estima en 387 ppm y las de Metano, Oxido Nitroso en 1.745 ppb, 314 ppb; la de los CFCs se estiman en 533 ppt (partes por millón de millones). El efecto de las concentraciones actuales es un aumento cercano a 0,6°C por encima de la temperatura promedio a principios de la revolución industrial en 1750.

El IPCC estima que el aumento en la temperatura a causa de una mayor concentración de gases efecto invernadero en la atmosfera oscilará entre 1,4°C y 5,8°C en los próximos 90 años. Estas cifras aparentan generar un pequeño incremento en la temperatura en un periodo muy lejano. Sin embargo, este cambio es realmente un impacto radical en poco tiempo. Para ilustración, si se parte del cambio mínimo estimado el incremento al que se llegaría sería el mayor que se haya dado en los últimos 10.000 años. Según datos preliminares sobre temperaturas globales de la Universidad de East Anglia y el Centro Hadley de Cambio Climático de la Met Office en Inglaterra, señalan que los 11 años más cálidos desde 1850 al 2007 transcurrieron en los últimos 13 años. Esto es una pequeña muestra de la evidencia que hay para probar el aumento en la temperatura por causas humanas.

Más allá de lo científico, existe una gran división sobre quién tiene la mayor responsabilidad por la causa y por ende en aportar la mayor cuota a la solución del problema. Es aquí donde surge el conflicto entre los países en desarrollo y los países industrializados sobre las emisiones históricas, cuáles países deben reducir la mayor parte de las emisiones, cuáles son las consecuencias de las reducciones sobre el desarrollo local; pero principalmente cuáles países deben pagar y cuáles deben ser asistidos. Recientemente el debate se ha centrado en si las políticas o las acciones deben priorizarse en la mitigación o en la adaptación al cambio climático y cuál nivel de concentración de gases es aceptable.

Complicado mapa de negociación

La complejidad de la agenda inicia con la incertidumbre que los países enfrentarán para encontrar el lugar más estratégico para las negociaciones sobre cambio climático y su ligamen con el desarrollo. La agenda global del cambio climático no es una agenda tradicional y requiere una nueva dimensión. En este sentido las tradicionales divisiones o coaliciones mundiales como la división Norte-Sur, los grupos G8 ó G77, y la misma Unión Europea, presentan áreas en común.

No obstante muchos de los puntos a tratar no calzan nítidamente en las agendas de las habituales alianzas de negociación. Por ejemplo, los países miembros de la Unión Europea (UE) se presentarán a la negociación como bloque; desde su creación ese ha sido el comportamiento de ese grupo en las negociaciones internacionales. Sin embargo, a lo interno no todo ha sido necesariamente consenso y ha habido muchas concesiones entre los países miembros. Lo importante es que la UE como uno de los líderes en el tema del cambio climático a nivel mundial ya tiene un compromiso unilateral y es la reducción en un 20% de las emisiones de 1990 para el año 2020 (y hasta un 30% si otros países industrializados se unen a esta meta).

Por otro lado está EE.UU. en solitario y con un complejo dilema pues en primera instancia es parte de la Convención Marco pero no aceptó los compromisos de Kyoto. Algunos aseguran que las negociaciones de EE.UU no fracasaron en Kyoto propiamente sino más bien en casa, en el mismo Congreso estadounidense. La base del argumento es un reclamo del Congreso que exigía compromisos serios en reducciones de emisiones de parte de India y China.

Se puede especular que EE.UU desea redimirse para conseguir una posición de líder mundial en la agenda del cambio climático y se prepara agresivamente para lograrlo. A pesar del retraso con Kyoto, a lo interno del país se están dando una serie de iniciativas regionales con compromisos comparables a las estipulaciones del Protocolo. Hay muchas expectativas del proyecto “Ley estadounidense para la Energía Limpia y la Seguridad”. Esta iniciativa de los Representantes Henry Waxman de California y Edward Markey de Massachusetts se votó el pasado 26 de junio en la Cámara de Representantes con 219 a favor y 212 en contra. Queda por ver que pasará en el Senado donde podría fortalecerse o debilitarse. De aprobarse en el Senado le correspondería al Presidente Obama darle su destino final como Ley o vetarla.

Pero hay nuevos actores y ciertamente con mucho poder para movilizar las agendas. China, India, México y Brasil son actores sumamente importantes y han ganado gran protagonismo bajo la nueva designación de “grandes países en desarrollo”. Su trascendencia se sustenta en una enorme capacidad de crecimiento económico pero más en su potencial como emisores de gases; China por ejemplo ya superó las emisiones de EE.UU. y se convirtió en el mayor emisor de gases efecto invernadero en el mundo. Según el World Resources Institute cerca del 70% de las emisiones mundiales son generadas por la UE, EE.UU, Canadá, Japón, China, Rusia, India, Brasil, y México. El restante 30% provienen de Indonesia, Irán, Corea del Sur, Australia, Ucrania, África del Sur y 147 países más.

Algunos de estos países sostienen que al evaluar la contribución de gases por país se debe también considerar las emisiones per cápita. En segunda instancia, las emisiones históricas deben regirse bajo el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas entre las naciones ricas y las pobres. Finalmente, que las acciones sobre el cambio climático no debe afectar las metas del desarrollo de los países pobres.

Hay otro grupo de países (que incluye ricos y pobres) que se caracterizan por su riqueza forestal o por su tradición agrícola. Su importancia recae en que las emisiones de los sectores agrícola y forestal no es marginal y suman 30.9% del total. Este grupo también enfrentará retos durante la negociación. Por ejemplo Brasil, se opone a la venta carbono forestal bajo la propuesta la Reducción de Emisiones a través de la Deforestación y Degradación (REDD) y más bien apuesta por un mecanismo de financiación directa para la conservación de bosque. Dentro de este grupo el cambio climático se laza con el sector agrícola en materia de seguridad alimentaria y el posible aumento en los insumos para la producción a causa de nuevos impuestos sobre carbono.

Finalmente, están los países productores de petróleo que ven su principal fuente de divisas amenazada por un mercado de algo que no se puede ver, el posible mercado de las emisiones de CO2.

El Club del Cambio Climático

Resolver el problema de las emisiones requería poner de acuerdo a un pequeño grupo de países. Por ejemplo, se podría invitar a la mesa de negociación a EE.UU., Canadá, Japón, la UE, China, India, Rusia, y Brasil; con ellos se resolvería cerca del 70% del problema. Este grupo de actores tiene la característica particular de incluir países desarrollados del “Norte” y algunos del “Sur” en vías de desarrollo. Es posible que antes de Copenhague se logre un acuerdo entre ellos o un sub grupo de los mismos. Ya en la última cita del grupo G8, con reservaciones por parte de Rusia, se evidenció un espíritu de interés por lograr avances en la agenda del cambio climático.

Pero tal acuerdo no sería sostenible. Un acuerdo sostenible requiere la mayor participación posible de actores en todo el mundo; de los países con altas emisiones en el presente así como de los que se proyectan como grandes emisores en el futuro. El cambio climático afectará a países cuyas contribuciones a la concentración de gases de efecto invernadero son marginales. Los países pequeños con abundantes recursos forestales, con producción agrícola de café, banano, piña y otros productos alimenticios deben asegurarse que sus voces sean tomadas en cuenta en las negociaciones. Su efectividad se incrementará con una adecuada preparación de ante mano, si definen sus intereses de desarrollo claramente, si no sucumben al síndrome de fatiga por negociación, pero mejor aún, si llevan soluciones claras y prácticas a las mesas de negociación. Costa Rica es modelo mundial en conservación, en desarrollo humano, en ecoturismo; también puede ser líder en la ruta a Copenhague.

* Carlos L. Muñoz B. (carlosglobal@gmail.com) es estudiante de postgrado en Fletcher School of Law and Diplomacy, Tufts University; investigador asociado interino del Earthwatch Institute. Además fue Director Ejecutivo de la Asociación Conservacionista Monteverde.