Saturday, August 1, 2009

Cambio climático: oportunidad o barrera para el desarrollo

Cambio climático: oportunidad o barrera para el desarrollo

Carlos L. Muñoz B.*

El futuro de la agenda sobre cambio climático se definirá en Copenhague, Dinamarca en la decimoquinta Conferencia de las Partes (COP15) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en diciembre de este año. Lo que está en el tapete de la negociación no es poca cosa pues el tema del cambio climático pasó de ser un asunto exclusivamente de contaminación atmosférica y se convirtió en un tema de desarrollo. Lo que se decida allí (o lo que no se decida) tendrá efectos inmediatos y en el largo plazo en las vidas de todos los habitantes del planeta. La agenda topará con enorme reticencia por las repercusiones económicas y políticas pero también se espera que se deriven grandes oportunidades en un posible acuerdo. Así, es relevante preguntarnos ¿cómo se preparan los países en vías de desarrollo camino a Copenhague? ¿Están los intereses de nuestros países “pobres” bien definidos?

Y es que nuestro entendimiento sobre los orígenes y los efectos en el clima a causa de las emisiones de gases por actividades humanas (o emisiones antropogénicas) ha evolucionado. En primer lugar, es bien sabido que los gases como dióxido de carbono (CO2), Metano (CH4), Oxido Nitroso (N2O), Ozono (O3), Clorofluocarbonos (CFCs), Haloalcanos (HCFC, HFC), Perfluorocarbonos (PFC) y el vapor de agua tienen la capacidad de absorber y emitir calor de radiación. Esta es la causa principal del cambio climático global que se intensifica con el aumento en las concentraciones atmosféricas de estos mal llamados gases de efecto invernadero; en realidad el efecto de un invernadero funciona de otra manera que no explicaremos aquí. En general es aceptado que las fuentes principales de las emisiones antropogénicas son el sector industria, el transporte, la deforestación y la agricultura, entre otras de menor importancia.

En 1896 el sueco y Nobel de Química Svante August Arrhenius fue el primer científico quien indicó que el uso intenso de combustibles fósiles generaría en un mayor calentamiento de la atmosfera de la Tierra. Así, Arrhenius estableció la relación entre las concentraciones de dióxido de carbono atmosférico y la temperatura advirtiendo con gran precisión que al duplicar la concentración de CO2 en la atmosfera se provocaría un incremento en la temperatura de 5°C. En la actualidad la información más vigente sobre cambio climático se reúne en los informes elaborados por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés).

¿Qué son el IPCC y la Convención Marco sobre Cambio Climático?

El IPCC fue establecido en 1988 por el Programa de las Naciones Unidad para el Medio Ambiente y la Organización Meteorológica Mundial como fuente objetiva para la toma de decisiones e informar al público en general sobre el cambio climático. Los informes del IPCC se publican cada 5 ó 6 años y son elaborados por un grupo interdisciplinario de cientos de científicos de todo el mundo. El primer informe publicado en 1990 contribuyó en gran medida a generar la agenda del cambio climático que al principio se enfocaría en determinar la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera en un nivel que no afectara peligrosamente el sistema climático.

Este debate llevó a que 154 países firmaran la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en la Cumbre de Río de las Naciones Unidas en 1992. Vale la pena recordar que en la gran “Cumbre de la Tierra” se trataron por primera vez de forma conjunta los temas del Ambiente y el Desarrollo.

La Convención entró en vigor en 1994 y ha sido ratificada por 192 países. Aunque sólo creó un régimen voluntario sin obligaciones legales para los países, es el instrumento más importante que existe para la gobernabilidad global del cambio climático. Otro instrumento que surge bajo la Convención es el Protocolo de Kyoto de 1997. El Protocolo no entró en vigencia sino hasta en febrero del 2005 pero establece compromisos legales vinculantes a las partes miembros para reducir las emisiones de CO2, CH4, N2O, HFC, PFC y Hexafluoruro de azufre (SF6). La meta de reducción es un 5% de las emisiones de 1990 en el primer periodo que va desde el 2008 al 2012.

Puntos de controversia

La agenda del cambio climático ha evolucionado y los puntos de controversia también. Por mucho tiempo la discusión se centró en si las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero son o no son la causa del calentamiento global. Sin embargo, no hay duda alguna que las emisiones de fuentes naturales de estos gases no son suficientes para generar los niveles de concentraciones actuales. Por ejemplo, antes de la revolución industrial el nivel en la concentración de CO2 no excedía un nivel relativamente constante de 280 ppm (partes por millón), mientras que el CH4 y el N2O existían en cantidades aun muchísimo menores, tan solo 700 ppb y 270 ppb (partes por mil millones) respectivamente; ciertamente los CFC aun no habían sido sintetizados.

Las concentraciones actuales de estos gases son comparativamente alarmantes; la concentración de CO2 se estima en 387 ppm y las de Metano, Oxido Nitroso en 1.745 ppb, 314 ppb; la de los CFCs se estiman en 533 ppt (partes por millón de millones). El efecto de las concentraciones actuales es un aumento cercano a 0,6°C por encima de la temperatura promedio a principios de la revolución industrial en 1750.

El IPCC estima que el aumento en la temperatura a causa de una mayor concentración de gases efecto invernadero en la atmosfera oscilará entre 1,4°C y 5,8°C en los próximos 90 años. Estas cifras aparentan generar un pequeño incremento en la temperatura en un periodo muy lejano. Sin embargo, este cambio es realmente un impacto radical en poco tiempo. Para ilustración, si se parte del cambio mínimo estimado el incremento al que se llegaría sería el mayor que se haya dado en los últimos 10.000 años. Según datos preliminares sobre temperaturas globales de la Universidad de East Anglia y el Centro Hadley de Cambio Climático de la Met Office en Inglaterra, señalan que los 11 años más cálidos desde 1850 al 2007 transcurrieron en los últimos 13 años. Esto es una pequeña muestra de la evidencia que hay para probar el aumento en la temperatura por causas humanas.

Más allá de lo científico, existe una gran división sobre quién tiene la mayor responsabilidad por la causa y por ende en aportar la mayor cuota a la solución del problema. Es aquí donde surge el conflicto entre los países en desarrollo y los países industrializados sobre las emisiones históricas, cuáles países deben reducir la mayor parte de las emisiones, cuáles son las consecuencias de las reducciones sobre el desarrollo local; pero principalmente cuáles países deben pagar y cuáles deben ser asistidos. Recientemente el debate se ha centrado en si las políticas o las acciones deben priorizarse en la mitigación o en la adaptación al cambio climático y cuál nivel de concentración de gases es aceptable.

Complicado mapa de negociación

La complejidad de la agenda inicia con la incertidumbre que los países enfrentarán para encontrar el lugar más estratégico para las negociaciones sobre cambio climático y su ligamen con el desarrollo. La agenda global del cambio climático no es una agenda tradicional y requiere una nueva dimensión. En este sentido las tradicionales divisiones o coaliciones mundiales como la división Norte-Sur, los grupos G8 ó G77, y la misma Unión Europea, presentan áreas en común.

No obstante muchos de los puntos a tratar no calzan nítidamente en las agendas de las habituales alianzas de negociación. Por ejemplo, los países miembros de la Unión Europea (UE) se presentarán a la negociación como bloque; desde su creación ese ha sido el comportamiento de ese grupo en las negociaciones internacionales. Sin embargo, a lo interno no todo ha sido necesariamente consenso y ha habido muchas concesiones entre los países miembros. Lo importante es que la UE como uno de los líderes en el tema del cambio climático a nivel mundial ya tiene un compromiso unilateral y es la reducción en un 20% de las emisiones de 1990 para el año 2020 (y hasta un 30% si otros países industrializados se unen a esta meta).

Por otro lado está EE.UU. en solitario y con un complejo dilema pues en primera instancia es parte de la Convención Marco pero no aceptó los compromisos de Kyoto. Algunos aseguran que las negociaciones de EE.UU no fracasaron en Kyoto propiamente sino más bien en casa, en el mismo Congreso estadounidense. La base del argumento es un reclamo del Congreso que exigía compromisos serios en reducciones de emisiones de parte de India y China.

Se puede especular que EE.UU desea redimirse para conseguir una posición de líder mundial en la agenda del cambio climático y se prepara agresivamente para lograrlo. A pesar del retraso con Kyoto, a lo interno del país se están dando una serie de iniciativas regionales con compromisos comparables a las estipulaciones del Protocolo. Hay muchas expectativas del proyecto “Ley estadounidense para la Energía Limpia y la Seguridad”. Esta iniciativa de los Representantes Henry Waxman de California y Edward Markey de Massachusetts se votó el pasado 26 de junio en la Cámara de Representantes con 219 a favor y 212 en contra. Queda por ver que pasará en el Senado donde podría fortalecerse o debilitarse. De aprobarse en el Senado le correspondería al Presidente Obama darle su destino final como Ley o vetarla.

Pero hay nuevos actores y ciertamente con mucho poder para movilizar las agendas. China, India, México y Brasil son actores sumamente importantes y han ganado gran protagonismo bajo la nueva designación de “grandes países en desarrollo”. Su trascendencia se sustenta en una enorme capacidad de crecimiento económico pero más en su potencial como emisores de gases; China por ejemplo ya superó las emisiones de EE.UU. y se convirtió en el mayor emisor de gases efecto invernadero en el mundo. Según el World Resources Institute cerca del 70% de las emisiones mundiales son generadas por la UE, EE.UU, Canadá, Japón, China, Rusia, India, Brasil, y México. El restante 30% provienen de Indonesia, Irán, Corea del Sur, Australia, Ucrania, África del Sur y 147 países más.

Algunos de estos países sostienen que al evaluar la contribución de gases por país se debe también considerar las emisiones per cápita. En segunda instancia, las emisiones históricas deben regirse bajo el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas entre las naciones ricas y las pobres. Finalmente, que las acciones sobre el cambio climático no debe afectar las metas del desarrollo de los países pobres.

Hay otro grupo de países (que incluye ricos y pobres) que se caracterizan por su riqueza forestal o por su tradición agrícola. Su importancia recae en que las emisiones de los sectores agrícola y forestal no es marginal y suman 30.9% del total. Este grupo también enfrentará retos durante la negociación. Por ejemplo Brasil, se opone a la venta carbono forestal bajo la propuesta la Reducción de Emisiones a través de la Deforestación y Degradación (REDD) y más bien apuesta por un mecanismo de financiación directa para la conservación de bosque. Dentro de este grupo el cambio climático se laza con el sector agrícola en materia de seguridad alimentaria y el posible aumento en los insumos para la producción a causa de nuevos impuestos sobre carbono.

Finalmente, están los países productores de petróleo que ven su principal fuente de divisas amenazada por un mercado de algo que no se puede ver, el posible mercado de las emisiones de CO2.

El Club del Cambio Climático

Resolver el problema de las emisiones requería poner de acuerdo a un pequeño grupo de países. Por ejemplo, se podría invitar a la mesa de negociación a EE.UU., Canadá, Japón, la UE, China, India, Rusia, y Brasil; con ellos se resolvería cerca del 70% del problema. Este grupo de actores tiene la característica particular de incluir países desarrollados del “Norte” y algunos del “Sur” en vías de desarrollo. Es posible que antes de Copenhague se logre un acuerdo entre ellos o un sub grupo de los mismos. Ya en la última cita del grupo G8, con reservaciones por parte de Rusia, se evidenció un espíritu de interés por lograr avances en la agenda del cambio climático.

Pero tal acuerdo no sería sostenible. Un acuerdo sostenible requiere la mayor participación posible de actores en todo el mundo; de los países con altas emisiones en el presente así como de los que se proyectan como grandes emisores en el futuro. El cambio climático afectará a países cuyas contribuciones a la concentración de gases de efecto invernadero son marginales. Los países pequeños con abundantes recursos forestales, con producción agrícola de café, banano, piña y otros productos alimenticios deben asegurarse que sus voces sean tomadas en cuenta en las negociaciones. Su efectividad se incrementará con una adecuada preparación de ante mano, si definen sus intereses de desarrollo claramente, si no sucumben al síndrome de fatiga por negociación, pero mejor aún, si llevan soluciones claras y prácticas a las mesas de negociación. Costa Rica es modelo mundial en conservación, en desarrollo humano, en ecoturismo; también puede ser líder en la ruta a Copenhague.

* Carlos L. Muñoz B. (carlosglobal@gmail.com) es estudiante de postgrado en Fletcher School of Law and Diplomacy, Tufts University; investigador asociado interino del Earthwatch Institute. Además fue Director Ejecutivo de la Asociación Conservacionista Monteverde.

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